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Poema triste

Desde siempre te vi,
llena de palabras y cosas sencillas,
fuego en las manos, agua en el pelo.

¿Que será del sol sí acaso un día te vas?,
antes de esto pude verte
llena de silencio, amiga de la noche.

Si tu te vas, quizá yo te siga o quizá muera.
Me llenare la boca de sal y así, entonces,
morderé mis heridas, morderé tus pasos,
morderé, ya no lo sé.

Pero tal vez muerda el polvo que dejas en el
camino, buscando señales de tu sombra.

Lo comprendo ahora, todo fue solo nostalgia,
luz de noche y piedras en mis ojos.

El movimiento del fuego me llevo hasta el frío
más intenso y allí conocí el dolor de no saber tu
nombre.

Y vi la forma de robar las perlas mas blancas al
inmenso mar, lo supe después de nadar en tus
lagrimas, saladas y dulces, frías y secas.

Y luego vendrás y me cantaras al oído una
melodía que lleve en sus tonos la frase para
decirme que ya te has cansado del viaje.

Yo no fui quien te mandó a la ceniza, fuiste tú
quien robó la tierra de mis manos para sembrar
vida en todo mi cielo, árboles de miedo crecían
sobre mi cabeza y cada vez más largos, me
alcanzaban.

Las frutas eran como tonos que colgaban, solo
esperando una mano que los corte y una voz
que los cante.

Tomaste unas cuantas y gritaste mi nombre, tan
fuerte que todo lo dormido lloro hasta la
mañana.

Hasta ahora no te puedo encontrar, el grito no lo
escuche yo, solo mis oídos lo sintieron, pero
ellos no me hablan, son amigos en la noche
cuando duermo, y son dos pétalos en el día.

Quieren escapar, pero no sé a donde, tal vez
me marche con ellos en busca de lo que no
encuentro aquí.

¿Dónde estas?

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